La frequenza dell'universo - страница 5
Cuando llegaron, Emma entró en un pequeño taller de reparación de automóviles, donde olía a aceite y metal. Detrás del mostrador, absorto en su portátil, estaba Michael: un chico delgado con gafas que sabía más de codificación que de coches, y ayudaba con la electrónica.
– Jefe, supongo que ya has recibido el pago, ¿verdad? ― dijo perezosamente, sin apartar la vista de la pantalla. ― ¿O estamos trabajando aquí por pura gratitud, como voluntarios en un refugio?
James, sin mirarlo, continuaba sirviendo café en su taza.
– La conocemos desde hace tiempo, ― respondió finalmente. ― Así que no seas quisquilloso y sé un poco más educado. No tenemos estas visitas todos los días.
Michael finalmente apartó la mirada de la pantalla, mirando a James con sospecha.
– Oh, visitas, ― rodó los ojos. ― Es decir, si entiendo correctamente, ella no es solo una clienta, sino una visita especial. ¿Lleva corona en la cabeza? ¿O tal vez tiene una varita mágica que convierte tus "no" en "sí"?
– Tiene algo aún más interesante, ― James se acercó con picardía, dando un sorbo al café. ― Un talonario de cheques. Y, por lo que parece, no duda en usarlo.
– Ajá, ― Michael finalmente se levantó de la silla, mirando a James con desconfianza. ― Entonces, si me paro ahora, sonrío y digo algo como "Bienvenidos a nuestra modesta tienda", ¿me suben el sueldo? ¿O al menos me dan un bono en forma de comida gratis?
– Recibirás un bono en forma de seguir trabajando aquí, ― respondió bruscamente James, dejando la taza en la mesa. ― Y, por cierto, si pregunta, eres nuestro mejor empleado. ¿Entendido?
– El mejor empleado, ― Michael gruñó, sumergiéndose nuevamente en el juego. ― Claro, por supuesto. Y tú eres el jefe más honesto del mundo. Y nuestro café, por cierto, también es el mejor. Aunque no le recomendaría probarlo, a menos que esté planeando conocer al médico local hoy. James suspiró y se dirigió hacia la puerta, murmurando algo sobre "juventud" y "falta de educación". Mientras tanto, Michael, quedándose solo, sonrió y agregó:
– Y sí, jefe, si pregunta, también he recibido el pago.
James era un ex militar que se retiró después de 8 años de servicio. Había perdido a su familia en un accidente automovilístico y ya no veía sentido en continuar su carrera militar, optando por regresar a una vida tranquila como mecánico en un pequeño taller de reparación de autos. Siempre le apasionaron los coches: le encantaba desarmar y armar motores, restaurar coches antiguos.
Cuando terminaron la reparación, la chica miró hacia abajo, sintiéndose incómoda.
– Oops… Me… olvidé la cartera en casa. Me siento tan avergonzada… James simplemente sonrió, limpiándose el aceite de los dedos.
– La verdadera ayuda no requiere pago. La gente debería apoyarse mutuamente simplemente porque es lo correcto.
Ella lo miró sorprendida.
– ¿En serio piensas eso?
– Sí. El mundo sería un lugar mejor si las personas se ayudaran mutuamente y no solo pensaran en la ganancia.
Michael gruñó, sin apartar la mirada de su portátil.
– Otra vez con tus discursos filosóficos, ¿no?
James solo sonrió.
Café
El café estaba en la esquina de una pequeña callejuela, parecía modesto por fuera, pero por dentro era acogedor: mesas de madera con cálidas lámparas, paredes adornadas con fotografías en blanco y negro de la ciudad, y un ligero aroma a café recién hecho que de alguna manera se mezclaba con el olor a cerveza y pan recién horneado.