Sergei Prokofiev - страница 32
En una carta privada a Miaskovski del 1 de abril de 1916, Asafiev añade a lo que había escrito, su impresión sobre la música de piano de su amigo en común: «He escuchado Los Sarcasmos de Prokofiev. No sé si usted los conoce, pero yo los he aprendido. Me alegro por Serge. Él piensa tan profundamente que me quita el aliento. ¿Y cómo es? Su talento es tan entero que abarca todo el Cosmos. Su percepción del mundo lleva a la luz del día y a las grietas de la oscuridad. ¿Y cómo se divierta? Brrr… Yo siento frío. El arsenal armónico y el ritmo se fueron lejos, y la instrumentación del piano es más interesante todavía. ¿De dónde viene todo esto? ¡Y qué pequeño que se ve lo que nos rodea en comparación con esto!».
Luego del estreno de la Suite Escita, Prokofiev siguió con la composición de la ópera El Jugador, que había comenzado en agosto de 1915. El libreto se basó en la novela anónima de Fiodor Dostoievski. El compositor trabajó duro, y para marzo de 1916, los tres actos fueron terminados. Animado por la gran resonancia de la Suite, para su nueva ópera eligió, según su determinación, un lenguaje de «ultra-derecha». Apoyando al compositor en su búsqueda de las nuevas formas expresivas, la revista Muzyka comentaba: «No hay límites en su imaginación y es imposible predecir adónde ella lo puede llevar». El crítico musical Karatygin expresó con rabia que la música de la ópera provocaba una «catarsis de la risa de pánico». Asafiev demostró otra vez su interés por las composiciones de Prokofiev, y en un diario escribió «¡estupendo!», pero por un error tipográfico en la publicación salió la palabra «estúpido».
Prokofiev, quien estaba muy contento con el éxito de su Suite Escita, ahora sabía que su próximo trabajo debía estar enfocado en la ópera El Jugador. Habiendo terminado el primer acto, el compositor entregaba toda su imaginación audaz a las siguientes partes de su nueva obra. María Grigórievna, que siempre estaba al tanto de los asuntos de su querido hijo, entró una vez en la habitación donde él estaba componiendo, y mirando la partitura con gran decepción, le preguntó: «¿Entiendes, realmente, que estás aporreando el piano?». Después de esto, durante dos días no se hablaron entre sí. Era cierto que la búsqueda de un potente lenguaje musical de Prokofiev era necesaria para transmitir la complejidad de las emociones de los personajes. Prokofiev compuso