Sergei Prokofiev - страница 33



en lo que él mismo designó como «un estilo declamatorio». Se trata de una forma de composición que no presenta arias, ni dúos, ni conjuntos (salvo en la gran escena de la ruleta en la cual catorce coristas cantan y actúan en otras tantas partes solistas – croupiers, jugadores, etc.), sino que el texto se canta sin repeticiones, como si se tratara de una obra de teatro.

El clavier de la ópera fue terminado completamente en un período de cinco meses y medio. Luego, todo el verano de 1916, Prokofiev lo pasó haciendo diez páginas de orquestación por día. Un día Aleksandr Ziloti introdujo a Prokofiev a Albert Coats, el director titular del Teatro Mariinski desde 1911. Coats se entusiasmó con la ópera de Prokofiev y le propuso a Vladimir Telyakovski, el director de los Teatros Imperiales, incluirla en la lista de los espectáculos de la próxima temporada del Mariinski. En mayo, en una cena con el Embajador de Francia, Prokofiev conoció al famoso bajo ruso Fiodor Shaliapin, quien unos días antes había leído una entrevista con Prokofiev acerca de su última ópera. El cantante se interesó en el joven músico y le ofreció escribir para él una ópera basada en la historia de Stenka Razin.11 Prokofiev le había respondido que esta historia no era de su agrado y que sólo Rimski-Kórsakov podría ser capaz de hacer esto bien. Shaliapin expesó un gran gusto de haberlo conocido a Prokofiev y le prometió visitarlo en los ensayos de El Jugador en el otoño.

Algunos días del verano de 1916 Prokofiev los pasó fuera de Petrogrado; descansó en el Golfo de Finlandia y luego viajó por el río Volga hasta el Cáucaso. En el mes de noviembre, mientras terminaba con la orquestación de El Jugador, en cuatro días compuso el ciclo de las canciones sobre los poemas de Anna Akhmátova. «Estoy encantado con esta composición. Incluso creo que estas canciones representan una época particular entre mis obras. Me refiero a su lirismo íntimo», escribió Prokofiev en su Diario.

En sus felicitaciones a Prokofiev por el Año Nuevo, Walter Nouvel le había deseado la fama del compositor Giacomo Meyerbeer y no sin sarcasmo añadió que si iba a presentar su nueva ópera sin el permiso de la familia de Dostoievski, se lo iban a llevar a preso hasta seis meses. Prokofiev nunca se había encontrado con este problema, por eso un día decidió ir a la casa de la viuda del famoso escritor.


La señora Dostoievski era una señora mayor y simpática que tenía 71 años. Sus ojos conservaban la vivacidad y la eficiencia. Vestida de negro, ella estaba sentada en el sofá. Empecé nuestra conversación con muchos elogios sobre lo que veía delante de mí: la esposa de una persona mundialmente reconocida. (…).Acerca del asunto hablamos sólo cinco segundos. Ella dijo que quería el 25% de mis ingresos de El Jugador. Luego le conté con gran entusiasmo cómo estuve trabajando sobre la música para la novela. (…). Ella estaba escuchándome sonrojada por la exaltación y con ojos brillantes, como los de una niña. Al final ella dijo:

 Creía que esto se podía hacer bien, ¡pero no esperaba nunca que de tal manera!

Me quedé muy satisfecho por el encuentro con la viuda de Dostoievski, aunque sorprendido por su apetito hacia el dinero. Pronto tuve que llevar una serie de preguntas acerca de sus derechos, y me explicaron que ella tenía realmente el derecho, pero no hasta tal punto (es decir, del 25%). El derecho hasta el 33% lo tiene el libretista, en este caso yo, y no ella, que es sólo la propietaria del texto.