Descubra sus vidas pasadas - страница 8
Marcelo que estaba ahí casi no recuerda lo ocurrido y no sabe si fue Pedro el que se cayó o fue Juan, pero sus amigos le dicen que fue Pedro.
Como vemos en ese pequeño ejemplo existen muchas visiones acerca de un mismo hecho, entonces no debe preocuparse si lo que visualiza durante los ejercicios es exacto, lo esencial y lo seguro es que todas estas imágenes es lo que usted vivió y sintió en el momento que ocurrió el hecho.
Otro importante aspecto, es que usted sienta todas estas imágenes y vivencias en su corazón, permita que sus emociones y recuerdos fluyan desde lo más profundo de su alma-ser.
Otra guía que tenemos para saber lo que somos y lo que fuimos, es seguir nuestro linaje genético. Supongamos que una persona por muchas eras vivió y fue parte de una comunidad vikinga al norte de Europa y ahora ha decidido encarnarse en Sudamérica con su familia para aprender otros tipos de experiencias, este grupo de almas suelen elegir encarnarse en descendientes vikingos que llegaron a este continente.
Tal vez el rastro genético de los vikingos en estas tierras pueda estar ya casi desaparecido, pero aun así esta alma o grupo de almas deciden tomar esos cuerpos que le son familiares, para ellos y de esa forma vivir una transición no tan radical.
Son muchos los años que llevo investigando y observando el fenómeno de las vidas pasadas, he aprendido a darme cuenta que muchas de las actividades cotidianas de las personas, son indicios que reflejan costumbres de sus distintas encarnaciones. He visto a través de sus ojos vestigios de su espíritu ancestral y los paisajes maravillosos que han observado. El poder darme cuenta de ello es parte del potencial psíquico que todos tenemos por herencia genética, en mayor o menor grado.
No fue difícil conocer sus orígenes, ya que era evidente en muchas de sus acciones, en la forma de expresarse, sus gustos y su actitud.
De piel clara, pelo ondulado castaño oscuro, ojos oscuros e inteligencia para las matemáticas dejaban entrever características europeas.
Aunque cuando lo conocí, no se dejaba barba, esta fue sin duda su compañera en los dos últimos años de universidad y en el resto del tiempo que pude verle. Es sabido que los vikingos aman su barba, siendo esta su orgullo, una muestra de hombría, rudeza y poseedora de un poder mágico ancestral.
Muchos héroes vikingos son retratados en pinturas con largas barbas, así como sus grandes guerreros también llevaban este preciado adorno, hermoseados en varias ocasiones con un esmerado trenzado.
Aquel amigo, impulsado por un deseo oculto y poderoso dejó crecer su barba, sus tonalidades pasaban de un castaño oscuro casi negro a un rojizo escarlata.
Tenía en claro que él no era descendiente directo de aquella raza amante de los dragones y de historias épicas, pero sabía que aún corría en su sangre parte de esa magia heredada desde aquellas frías tierras.
Aún le recuerdo que siempre prefería vestir con una camisa roja de algodón gruesa, con recuadros verde oscuros, y amarillo, estilo escocés.
Un día llegó a la universidad con un juego de mesa del Señor de los Anillos, era una caja enorme que contenía figuras finamente elaboradas de los distintos personajes, y un tablero de cartón por el cual debían ir avanzando y cayendo en casilleros que especificaban distintos retos, dificultades y recompensas. El juego parecía emular la trama de las historias de JRR Tolkien.