Sergei Prokofiev - страница 16
Liadov tenía la reputación de un compositor aclamado, aunque le gustaba más componer miniaturas sinfónicas antes que formas grandes para orquesta. El público moderno lo conoce por las cortas piezas sinfónicas Baba Yaga y Kikimora. Liadov no les ocultaba a los alumnos que les enseñaba por motivo de no tener otra fuente de ingreso económico. Sergei Prokofiev, que desde la infancia estaba acostumbrado a trabajar intensamente, consideraba al profesor Liadov como un vago fenomenal, a quien no le resultaba difícil encontrar cualquier excusa para no venir al Conservatorio a dar clases. Rondaban varias anécdotas acerca de su pereza. Dicen que cuando Sergei Diaghilev, el director de los Ballets Rusos en París, quería presentar El pájaro de fuego, se dirigió a Liadov con la propuesta de componer la música para este ballet. Liadov aceptó la oferta, pero el tiempo pasaba y el asunto no se movía del punto muerto. Cuando le preguntaron si la música estaba lista, Liadov contestó con mucho optimismo que todo iba bien y que ya había comprado el papel para escribir las notas. Finalmente, Diaghilev estuvo obligado a pedirle a Igor Stravinski que escribiese la música.
Nikolai Tcherepnín (1873—1945)
Era profesor de dirección orquestal. Se lo llamaba «El Temido» Tcherepnin, porque sus duras críticas a las composiciones de Prokofiev lo persiguieron a éste durante años. Prokofiev se quejaba a menudo de sentir cómo Tcherepnín respiraba en su nuca, mirándolo. Había sido tan duro sólo con Prokofiev porque reconocía su gran talento, y quería evitar el desarrollo de las ideas modernas en la cabeza de su alumno. Bajo la influencia de Tcherepnín, Prokofiev se expuso a las obras de los grandes compositores clásicos: Haydn, Mozart y Beethoven. Probablemente, Tcherepnín fue el responsable del clasicismo de las primeras obras de Prokofiev. En particular, las Sonatas y Conciertos para Piano y la Sinfonía «Clásica». El Primer Concierto para Piano, compuesto durante los años 1911—1912, el joven se lo dedicó a Tcherepnín.
El comienzo del reconocimiento
El período durante el cual la música de Prokofiev comenzó a recibir su primer reconocimiento coincide con una etapa crítica de la cultura rusa. Cuando se apaciguaron las batallas de la Primera Revolución rusa de los años 1905—1907, la gran mayoría de la inteligencia burguesa volcó su interés en las tendencias reaccionarias y decadentes en la filosofía, literatura, pintura y música, sumergiéndose en el individualismo, el misticismo y la complejidad formal. «El brillante Skriabin encaja sus emociones en el subjetivismo y en las formas ultra-refinadas de expresión. Algunos de los jóvenes compositores que dieron la espalda a la tradición nacional, comenzaron a calcar la música occidental, en su mayoría, la francesa. Se puso de moda imitar a la exquisitamente perfumada música de los impresionistas. Rebikov, Tcherepnín, Vasilenko y otros, siguieron esta tendencia», describe Izrael Nestiev acerca de la situación musical en Rusia en su libro sobre Prokofiev.
El representante más típico del modernismo ruso fue Igor Stravinski. Él había dejado Rusia unos años antes de la Revolución de Octubre de 1917. Desde 1910 vivía en París y escribía la música que tenía que satisfacer los gustos de los franceses. En sus obras más notables compuestas en el Oeste, tales como