Sergei Prokofiev - страница 17



y La Consagración de la Primavera, mezcla el primitivismo arcaico con las melodías folclóricas rusas y las cambia dándoles un sentido moderno para impresionar a los oyentes con algo nuevo y exótico. Miaskovski escribió en 1913: «Me siento algo perturbado al saber que Stravinski está enredado e intrincado con el primitivismo. Además estoy seguro de que los 38.000 francos han afectado su actitud hacia su propio arte».

El joven Prokofiev respondía con gran entusiasmo a las más extremas composiciones de Stravinski y Skriabin. Escuchaba varias veces Prometeo y las últimas Sonatas de Skriabin comparándolas con las primeras obras del compositor, que consideraba pasadas de moda. Le gustaban Las Bodas y expresaba gran admiración por las Tres Canciones para Voz y Piano de Stravinski. En esta miniatura estilizada sutilmente sobre los temas folclóricos rusos, Prokofiev distinguía una rara combinación entre la sencillez de la parte vocal y la notable complejidad del acompañamiento. Pero sobre La Consagración de la Primavera opinaba que era ininteligible y que Petrushka estaba repleta de rellenos superficiales. Los comentarios críticos de Prokofiev revelaban, por un lado, su ávido interés por las armonías «picantes» e inusuales a las que el oído no estaba acostumbrado y, por el otro, su disgusto por las melodías tradicionales y de simple contenido lírico, a las que consideraba como una «banalidad».

El 31 de diciembre de 1908 Sergei hizo su primera aparición ante el público. Presentaba sus obras para piano en un concierto de música contemporánea. María Grigórievna había recortado cuidadosamente y juntado todas las publicaciones de las críticas sobre este concierto. Uno de los artículos acerca del evento comentaba que las cortas piezas para piano interpretadas por el joven músico habían sido extremadamente originales. «El joven compositor, que todavía no ha terminado la educación en el Conservatorio, pertenece a las tendencias ultramodernas que van más allá del modernismo francés por su audacia y originalidad. El notable brillo de su talento se refleja a través de todos los caprichos de su fantasía creativa, que todavía no está balanceada y se encuentra en la ráfaga de los sentimientos». (La gaceta Slóvo) Vera Alpers, con la cual Prokofiev mantuvo una extensa correspondencia durante muchos años, recuerda en su diario lo agitado que estaba Sergei después de la ejecución: «Sentía cierto miedo por él. Hasta imaginaba que podía sufrir un ataque de nervios. Él corría desde el escenario y se sentaba rápidamente en las escalones. Parecía que le faltaba el aire. Luego se levantaba de un salto como un loco, golpeaba la puerta y volvía al escenario».8

Al igual que los escritores, los compositores también quieren ver sus obras publicadas. A los 19 años, Prokofiev ya tenía cosas para ofrecerles a los editores, aunque tuvo considerables complicaciones desde el principio. En 1910 por primera vez mandó dos de sus obras a «Editores Musicales Rusos», la editorial recién organizada por Sergei Koussevitzki. Con las mejores intenciones, Koussevitzki había invitado a seis famosos compositores para que le ayudasen en la selección de obras para la edición. Entre ellos se encontraban Skriabin, Rachmáninov y Medtner. Sin embargo, los gustos de cada uno eran tan distintos que lo que elegía uno, era rechazado por el otro. Ambas obras enviadas por Prokofiev fueron rechazadas. Por eso, en mayo de 1911, con la insistente carta de parte del musicólogo Aleksandr Ossovski, el compositor se dirigió a la editorial de Jurgenson. Él le ofreció muy poco dinero por las composiciones presentadas. Prokofiev no lo contradijo, ya que lo más importante para él era comenzar a publicar. Más adelante, Jurgenson le pagó a Prokofiev 200 rublos por su